Vía:( Creces Ciencia y Tecnología )
Olvidarse de los nombres de las personas, es perdonable. Pero olvidarse totalmente de la cara, como si cada vez fuera la primera vez que la ve (incluso la cara de su esposa o su madre), ya es otra cosa. Ello es un cuadro patológico cuyo estudio plantea interesantes mecanismo por el cual las neuronas permiten reconocer específicamente las caras.
El cerebro humano tiene la fantástica habilidad de reconocer cada cara, y a los expertos les interesa averiguar cuales son las bases neurales para realizar este proceso. Se trata de una capacidad específica ya que se ha comprobado que personas que han sufrido un daño cerebral de cierta región, pierden esta capacidad (prosopagnosia), mientras que preservan la capacidad de reconocer muchos otros objetos. Mas aun, exponiendo caras a un sujeto normal para que las reconozca, y utilizando la técnica de "resonancia magnética funcional" (IMRI), es posible percibir la activación del área cerebral correspondiente, mediante la observación de los cambios que se producen en el flujo sanguíneo en esas zonas y que son evidenciables por el IMRI. Se puede ver un incremento del flujo sanguíneo, incluso cuando sólo se le solicita imaginarse una cara determinada. Estos hallazgos sugieren que el procesamiento del reconocimiento de una cara es mediada por nódulos neuronales especializados dentro del cerebro y que se realiza en forma muy fluida, como si algunas neuronas tuvieran gravada cada cara, lo que no ocurre en el reconocimiento de cualquier otro objeto.
Algunas personas carecen de esta capacidad de reconocer las caras y lo curioso es que no se dan cuenta que tienen este problema. Sin embargo no tienen dificultad para reconocer cualquier otro objeto. Por todas estas peculiaridades la investigación de la capacidad de reconocer las caras ha pasado a ser un interesante tema de investigación cognitiva y ya son muchas las publicaciones, como también son muchas las interpretaciones de los hallazgos.
Cuando se describió
La prosopagnosia fué reconocida por primera vez por el neurólogo alemán Joachin Bodamer en el año 1947. La describió en un paciente de 24 años que después de una herida de bala en la cabeza, perdió la capacidad de reconocer a sus amigos y a su familia. Más aún, no podía reconocer su propia cara al mirarse en el espejo. Desde entonces hasta ahora se han descrito diez casos de esta rara enfermedad, y todos han sido consecutivos a traumatismos cerebrales. Pero ahora último los investigadores han comenzado a ensanchar el concepto de prosopagnosia, describiendo una segunda forma de ceguera de cara, que sin tener relación con traumatismos cerebrales, puede haber estado presente desde el nacimiento, o haberse desarrollado posteriormente a lo largo de la vida.
Este segundo tipo de prosopagnosia es sorpresivamente común. Según un estudio de la Universidad de Harvard y el University College de Londres, la condición llega a afectar al 2% de las personas examinadas (New Scientist, Noviembre 25, del 2006, pag. 34). En otro estudio poblacional, Martina Grúter y sus colaboradoras del Instituto de Genética Humana en Munster, Alemania, confirman esta misma frecuencia de 2% (American Journal of Medical Genetics, vol. 140, del 2006, pag. 1617). Pareciera que quienes padecen de esta modalidad, no se dieran cuenta, lo que explica que la prosopagnosia haya sido desconocida hasta ahora. Las personas que la padecen se las arreglan en diferentes formas para suplir su deficiencia de reconocer a las personas, ya sea identificándolas por el peinado, la forma en que caminan, por la ropa que usan, o como ellas hablan. Lo cierto es que no tienen problemas para desenvolverse en su medio social, a menos que se encuentren con un familiar fuera de contexto, con otro estilo de peinado, o vestido con diferente ropa de lo usual.
También los macacos
Pero esta capacidad de reconocer las caras no es sólo de los seres humanos, sino también de los macacos. Charles Gross y sus colaboradores en el año 1981 encontraron que el lóbulo temporal del macaco tenía células que respondían exclusivamente a las caras y no a otras formas visuales (J.Neurophysiology. 46: 369, año 1981). Ello fue un descubrimiento notable: ¿Cómo podía una simple célula estar conectada como para definir algo tan complejo como una cara? ¿Qué es lo que detectaban en la cara y como estaban conectadas las neuronas entre si para cumplir esa función?. Durante los últimos años, estas y otras preguntas han desencadenado un torrente de investigaciones y el tema ha pasado a estar de moda entre los neuroinvestigadores.
En individuos normales, se ha observado que son varias las regiones del cerebro que responden selectivamente a las caras. Una de ellas es el llamado "girus tusiforme", o "área de cara tusiforme" o FFA. Esta misma área también responde a otros objetos, pero con menos fuerza, lo que hace dudar que esta sea especifica sólo para caras. Experiencias realizadas en macacos muestran que el FFA es realmente el centro cerebral especializado en caras. Doris Tsao de la Universidad de Harvard, usando electrodos muy finos en cerebros de macacos, registra neuronas individuales en FFA, y encuentra que el 97% de las células responden casi exclusivamente a caras. Mas débilmente responden a manzanas o relojes con aspecto de caras (figura 1) (Science, vol. 311, año 2006, pag. 670).
Isabel Gauthier, una neurocientista cognitiva de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee, piensa diferente. Ella sostiene su hipótesis de "expertos", que afirma que es cierto que usamos algunos circuitos cerebrales para distinguir un objeto de otro, incluyendo las caras, pero no es esto una particularidad. "Somos buenos para reconocer las caras porque las hemos estado examinando durante todas nuestras vidas, hasta llegar a ser un experto", dice ella.
"Por mucho tiempo hemos sabido que hay células para cara en el FFA", dice Gauthier, "pero ellas no son sólo para caras, ya que si fuese así, deberían existir también otras áreas para los objetos familiares que deberían percibirse en igual forma". Pero no es esto lo que sucede. "El FFA responde cuando mostramos a las personas objetos con los que ya tienen experiencia "Así por ejemplo, el FFA de un observador de pájaros, el área se activaría para caras y para pájaros, pero no para otra clase de objetos en el que el observador no esté interesado", dice ella.
Existen también otras evidencias que apoyan la idea que nuestro cerebro está especialmente equipado para reconocer caras humanas. Duchain cita el caso de un hombre que adquirió la prosopagnosis después de una lesión cerebral que lo obligó a dejar su trabajo en la ciudad y convertirse en un pastor de ovejas. Pronto se dio cuenta que no podía reconocer la cara de su mujer ni la de sus familiares, pero podía en cambio reconocer la identidad individual de las ovejas. La hipótesis de expertos, explica que pudo desarrollar esta capacidad de reconocer ovejas, dice Duchain.
Gauthier piensa que la prosopagnosis es muy interesante, pero no aclara el complejo mecanismos de reconocimiento de caras por el cerebro. Sostiene que hay personas que debido a un daño cerebral pierden la capacidad de leer. "Pero esto no significa que en su cerebro haya una zona especial para la lectura. Con las caras pasa lo mismo. No es lógico pensar que existe una zona especial para las caras", dice Gauthier (Science, Octubre 6 , vol. 314, 2006).
Algunas personas carecen de esta capacidad de reconocer las caras y lo curioso es que no se dan cuenta que tienen este problema. Sin embargo no tienen dificultad para reconocer cualquier otro objeto. Por todas estas peculiaridades la investigación de la capacidad de reconocer las caras ha pasado a ser un interesante tema de investigación cognitiva y ya son muchas las publicaciones, como también son muchas las interpretaciones de los hallazgos.
Cuando se describió
La prosopagnosia fué reconocida por primera vez por el neurólogo alemán Joachin Bodamer en el año 1947. La describió en un paciente de 24 años que después de una herida de bala en la cabeza, perdió la capacidad de reconocer a sus amigos y a su familia. Más aún, no podía reconocer su propia cara al mirarse en el espejo. Desde entonces hasta ahora se han descrito diez casos de esta rara enfermedad, y todos han sido consecutivos a traumatismos cerebrales. Pero ahora último los investigadores han comenzado a ensanchar el concepto de prosopagnosia, describiendo una segunda forma de ceguera de cara, que sin tener relación con traumatismos cerebrales, puede haber estado presente desde el nacimiento, o haberse desarrollado posteriormente a lo largo de la vida.
Este segundo tipo de prosopagnosia es sorpresivamente común. Según un estudio de la Universidad de Harvard y el University College de Londres, la condición llega a afectar al 2% de las personas examinadas (New Scientist, Noviembre 25, del 2006, pag. 34). En otro estudio poblacional, Martina Grúter y sus colaboradoras del Instituto de Genética Humana en Munster, Alemania, confirman esta misma frecuencia de 2% (American Journal of Medical Genetics, vol. 140, del 2006, pag. 1617). Pareciera que quienes padecen de esta modalidad, no se dieran cuenta, lo que explica que la prosopagnosia haya sido desconocida hasta ahora. Las personas que la padecen se las arreglan en diferentes formas para suplir su deficiencia de reconocer a las personas, ya sea identificándolas por el peinado, la forma en que caminan, por la ropa que usan, o como ellas hablan. Lo cierto es que no tienen problemas para desenvolverse en su medio social, a menos que se encuentren con un familiar fuera de contexto, con otro estilo de peinado, o vestido con diferente ropa de lo usual.
También los macacos
Pero esta capacidad de reconocer las caras no es sólo de los seres humanos, sino también de los macacos. Charles Gross y sus colaboradores en el año 1981 encontraron que el lóbulo temporal del macaco tenía células que respondían exclusivamente a las caras y no a otras formas visuales (J.Neurophysiology. 46: 369, año 1981). Ello fue un descubrimiento notable: ¿Cómo podía una simple célula estar conectada como para definir algo tan complejo como una cara? ¿Qué es lo que detectaban en la cara y como estaban conectadas las neuronas entre si para cumplir esa función?. Durante los últimos años, estas y otras preguntas han desencadenado un torrente de investigaciones y el tema ha pasado a estar de moda entre los neuroinvestigadores.
En individuos normales, se ha observado que son varias las regiones del cerebro que responden selectivamente a las caras. Una de ellas es el llamado "girus tusiforme", o "área de cara tusiforme" o FFA. Esta misma área también responde a otros objetos, pero con menos fuerza, lo que hace dudar que esta sea especifica sólo para caras. Experiencias realizadas en macacos muestran que el FFA es realmente el centro cerebral especializado en caras. Doris Tsao de la Universidad de Harvard, usando electrodos muy finos en cerebros de macacos, registra neuronas individuales en FFA, y encuentra que el 97% de las células responden casi exclusivamente a caras. Mas débilmente responden a manzanas o relojes con aspecto de caras (figura 1) (Science, vol. 311, año 2006, pag. 670).
Isabel Gauthier, una neurocientista cognitiva de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee, piensa diferente. Ella sostiene su hipótesis de "expertos", que afirma que es cierto que usamos algunos circuitos cerebrales para distinguir un objeto de otro, incluyendo las caras, pero no es esto una particularidad. "Somos buenos para reconocer las caras porque las hemos estado examinando durante todas nuestras vidas, hasta llegar a ser un experto", dice ella.
"Por mucho tiempo hemos sabido que hay células para cara en el FFA", dice Gauthier, "pero ellas no son sólo para caras, ya que si fuese así, deberían existir también otras áreas para los objetos familiares que deberían percibirse en igual forma". Pero no es esto lo que sucede. "El FFA responde cuando mostramos a las personas objetos con los que ya tienen experiencia "Así por ejemplo, el FFA de un observador de pájaros, el área se activaría para caras y para pájaros, pero no para otra clase de objetos en el que el observador no esté interesado", dice ella.
Existen también otras evidencias que apoyan la idea que nuestro cerebro está especialmente equipado para reconocer caras humanas. Duchain cita el caso de un hombre que adquirió la prosopagnosis después de una lesión cerebral que lo obligó a dejar su trabajo en la ciudad y convertirse en un pastor de ovejas. Pronto se dio cuenta que no podía reconocer la cara de su mujer ni la de sus familiares, pero podía en cambio reconocer la identidad individual de las ovejas. La hipótesis de expertos, explica que pudo desarrollar esta capacidad de reconocer ovejas, dice Duchain.
Gauthier piensa que la prosopagnosis es muy interesante, pero no aclara el complejo mecanismos de reconocimiento de caras por el cerebro. Sostiene que hay personas que debido a un daño cerebral pierden la capacidad de leer. "Pero esto no significa que en su cerebro haya una zona especial para la lectura. Con las caras pasa lo mismo. No es lógico pensar que existe una zona especial para las caras", dice Gauthier (Science, Octubre 6 , vol. 314, 2006).
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